La necesidad de valorar las empresas es cada día más necesaria debido fundamentalmente al aumento de fusiones y adquisiciones de los últimos años además de un sistema financiero actual en crisis que requiere muchas veces de informes complementarios como una valoración de la empresa para determinados tipos de operaciones.
Se puede definir la valoración de la empresa como el proceso mediante el cual se busca la cuantificación de los elementos que constituyen el patrimonio de una empresa, su actividad, su potencialidad o cualquier otra característica de la misma susceptible de ser valorada. La medición de estos elementos no es sencilla, implicando numerosas dificultades técnicas.
Los motivos para evaluar y valorar una empresa pueden ser varios. Pueden ser motivos internos, es decir, la valoración está dirigida a los gestores de la empresa y no para determinar su valor para una posterior venta sino que el objetivo en estos casos son conocer la situación del patrimonio, estudiar la capacidad de deuda, reestructurar capital social, herencia, sucesión…
Las razones externas están motivadas por la necesidad de comprobar y demostrar el valor de la empresa ante terceros y el objetivo en estos casos son para realizar una transmisión total o parcial de la sociedad, la adquisición por parte de varios inversionistas de parte de la empresa, fusiones y adquisiciones, solicitud de deuda…
Entre los métodos más comunes de valoración de empresas destacamos los siguientes:
Siendo el más utilizado hoy en día el método de flujos de caja descontados, aunque depende del sector en el que esté enmarcada la sociedad y el tipo de sociedad